viernes, 9 de octubre de 2009

APURIMAC – AYMARAES Esribe, jaime Acuña Sotelo

Encantos y costumbres
Apaurimac - Aymaraes - Sañayca, Calles y pasajes, curiosas y pintorescas, son el respirar en un mundo de alegría y de nostalgia, suspiros a la deriva, vientos entre quebrantados con aroma a queso, maíz y quinua, los cerros despiertan mi curiosidad al ver un mundo de agricultores que como hormiguitas trabajan diariamente. Es el va y ven de todos los días, el refugio a la pobreza pero ricos en agricultura, hacen de ellos alguien especial.
Niños esperanzados juegan y ríen con riachuelos a orillas de su realidad, ellos son los refuerzos de la esperanza, el bastón de la familia, los pequeños ayudan incansablemente hasta ahogar sus más inocentes fuerzas, lloran, sufren, cantan, ríen entre montañas que escuchan su voz diariamente. Parpados helados, cuellos abrigados, un sombrero de paja, ojotas viejas y gastadas son parte del día a día del poblador Aymarino, mi pasos se asemejan a los de ellos, mi rasgos son similares, es que este pueblo guardan raíces que por años te envuelven de riqueza cultural.
Estoy en un mundo distinto, temor y cariño son lo que siento, indagar, preguntar causaría una incomodidad para muchos, lo que pasa es que por naturaleza el poblador es noble de corazón y te extiende la mano cuando mas lo necesites, pero también siente mucha remesa cuando lo maltratan o lo marginan por su situación actual, conlleva un anticuerpo para los de la ciudad y yace un resentimiento creado ingenuamente. Más tarde se hace de noche, el cielo se apaga sin dejarnos ver nada, mis pasos fueron vistos por aquellas personas, no faltó uno quien me diera acogida y buena voluntad para seguir con esta aventura.
El mensajero está de viaje, no hay cartas que mandar, no hay forma de comunicarse, tan solo miro al cielo y en mis pensamientos digo a mi familia, _estoy bien no se preocupen mi alma se purifica, mi cuerpo se fortalece y mi corazón ya es Aymarino.
El amanecer es impresiónate, pajarillos cantando, un cielo azul con nubes perdidas, La helada me acoge en un umbral de las 6 de las mañana, recorro el pueblo, lo más vistoso y agradable, su iglesia, la plaza de armas, pequeña pero acogedora, por el camino saludo a todo mundo sin diferenciar a nadie, los sombreros se levantan en reverencia de saludo, lo labios resecos y cortados toman vida en las mujeres de aquel pueblo al responder mi saludo, con cámara en mano es difícil de no verme, y casi imposible pasar desapercibido, la aventura se aventuraba cada día mas, cabe recalcar que los españoles tuvieron que ver mucho con estas costumbres, iglesia, el catolicismo, la lengua española, y sus costumbres taurina.
En cada lugar y población hay un santo referencial de cada pueblo, santo que año a año se a echo costumbre venerarla en fechas estratégicas, el manto de sus costumbres envuelven al turista o forastero, para engalanarlo con tan majestoso paraíso.
El viento recorre, mi alma se deja llevar por ellos, mi aventura sigue su rumbo, mientras que mis ganas de descubrir sigue en marcha, por mi largo caminar el pueblo ve en mi, un amigo mas, descubro y fortalezco mis dudas entre gente como yo, humilde y trabajadora, seguiré los paso de este lugar para después acerrojarme entre las faldas de sus costumbres y seguir relatando una maravillosa aventura.
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